martes, 7 de julio de 2009

Adiós, Germán, ¿y tú cuándo, Jesús?



Germán Martínez fue el personaje de la campaña 2009. Inyectó pasión, fijó la agenda del debate, sacó de sus casillas a los tótems del PRI. El PAN de Germán no estaba dispuesto a darse graciosamente por vencido.
Los priistas lo acusaron de poner en riesgo la frágil estabilidad en la clase política. Gritaron y se quejaron mucho, pero él los mandó al diablo. Germán era un hombre en una misión.
Algo que hoy, bien a bien, no sabemos qué fue, le falló. Los resultados de ayer marcaron lógicamente el final de Germán al frente de su partido. Su emotiva campaña fue un fracaso. Con tan malas fichas en la mano, el presidente Calderón tenía que ofrecer en bandeja a los priistas la cabeza del pendenciero. Un movimiento defensivo lógico. El guerrero, el animador del 2009, se va a su casa.
El estrepitoso final de Germán ha tapado, sin quererlo, la otra derrota elefantiásica del domingo: la de Jesús Ortega en el PRD. Este martes de julio, pero hace tres años, PAN y PRD valían lo mismo: 15 millones de votos, 35 por ciento de la elección presidencial. El PAN cayó a 28, el PRD a menos de 13. ¡Menos de 13!
Catástrofe. Jesús, sin embargo, hizo saber que él no se va. Pero ¿a qué se queda? ¿A resguardar la institucionalidad del partido? ¿A terminar de transformarlo en una organización muy civilizada? ¿A protegerlo de la embravecida turba lopezobradorista?
Con él ya no hay lógica que aplique, cualquier explicación sería claudicante. Se trata de salvar la cara. De tener dignidad en la derrota. Porque, lo dicho ayer aquí: este Jesús, éste, no gana, no motiva, no une.
Lo dicho ayer: su acción más loable sería apartarse para que otros diriman el futuro del PRD.

fuente- milenio

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