La muerte de Arturo Beltrán Leyva fue considerada por Felipe Calderón como un golpe contundente contra el narcotráfico. Sin embargo, la información oficial acerca del operativo preparado y ejecutado por las fuerzas especiales de la Marina deja muchos huecos. Según un testimonio ministerial al que este semanario tuvo acceso, el día del ataque el llamado Jefe de Jefes esperaba a comer en su departamento nada menos que al comandante de la 24 Zona Militar con sede en Cuernavaca. El mismo testigo afirma que el capo fue víctima de la traición de su jefe de sicarios, La Barbie…
Poco antes de las 3 de la tarde del miércoles 16 se preparaba una comida en el departamento 201 de una de las cinco torres del complejo residencial Altitude, ubicado en la colonia Lomas de La Selva, en Cuernavaca, Morelos, que habitaba el capo Marcos Arturo Beltrán Leyva.
Lo acompañaban cinco de sus hombres de mayor confianza, entre ellos Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, su jefe de sicarios.
Cabeza de su propia célula criminal desde 2008, Beltrán Leyva recibía en su búnker del edificio Elbus constantes reportes de los gatilleros que conformaban los tres cinturones de seguridad que, como ya era costumbre, vigilaban tanto el condominio como los movimientos en las calles.
Según el testimonio que rindió en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) una de las cinco personas detenidas durante el operativo en el fraccionamiento Altitude y quien es cocinero, el capo ya había sido informado de algunos movimientos extraños a las afueras de su lujoso departamento, pero “confió en que su gente tenía todo controlado y que nada ocurriría”.
Mientras tanto, El Barbas, como le apodaban al narcotraficante sinaloense, dialogaba con Valdez Villarreal y otros miembros de su séquito. Afinaban detalles para recibir a un invitado especial con quien supuestamente Beltrán había acordado comer: el general Leopoldo Díaz Pérez, jefe de la Zona Militar 24, con sede en la capital morelense.
Por las declaraciones de otros indiciados –cuyos nombres se reservó la SIEDO y quienes fueron capturados el 11 de diciembre cuando participaban en una preposada de narcos en Tepoztlán, Morelos, a la que según reportes recibidos por la Secretaría de Marina asistiría El Barbas– se sabe que a ese encuentro también estaban invitados un capitán y un mayor del Ejército adscritos a la misma zona militar. Sus nombres tampoco han sido revelados.
El testimonio de quien es identificado como “el cocinero” –a cuya parte medular tuvo acceso este semanario– no precisa qué hizo Valdez Villarreal el día del operativo desplegado el miércoles 16: si huyó al percatarse de la irrupción de los marinos o si decidió irse antes de que iniciara la balacera; en cambio, sostiene la versión que La Barbie pudo ser el traidor que aportó la información sobre la ubicación exacta de Arturo Beltrán Leyva.
Este es un extracto del reportaje principal que se publica en la edición 1729 de la revista Proceso que empezó a circular el domingo 20 de diciembre.
fuente- proceso
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