Tal vez Felipe Calderón omitió muchos factores al momento de declarar que se debe observar (o sea: revisar) la historia sin mitificarla. Es evidente que su alusión fue destinada a la enorme admiración que despierta en muchos ciudadanos el probado patriotismo de los héroes como Juárez y Cárdenas, sin embargo sus celos por la admiración de la que él carece es el menor de sus problemas pues para convertirse en mito primero se debe ser una figura de autoridad o, en otro caso, un ejemplo de tiranía y mediocridad. ¿Cuál de las anteriores condiciones es la que mejor desempeña el presidente de algunos de ustedes?
Mitificar la historia es realmente difícil cuando no contamos la ventaja del tiempo. Es decir: es fácil omitir la serie de penurias provocadas por los revolucionarios, empujados por el hambre, la desesperación y la venganza, para sólo dejar el aspecto épico de la entrega de sus vidas en la lucha armada en busca de tierra, libertad, justicia; el tiempo ha ido desdibujando las atrocidades que cometieron en el proceso pero, en comparación, si nos remitimos al pasado inmediato, somos capaces aún de identificar a los culpables que llevaron a la muerte a 49 niños de la guardería ABC, sabemos su nombres y parentelas. Eventos como ese aún no pueden ser mitificados como algunos desearían porque, aceptémoslo, es difícil cuantificar el dolor humano que provoca la ausencia de esos menores en el seno de las familias afectadas, especialmente cuando se observa al pariente de una de los responsables inaugurando estadios de fútbol como si tal cosa.
¿A quién le urge la mitificación o dismitificación de la historia?
Pero hay aspectos de la historia que Calderón debería revisar con ayuda de cualquiera de los revisionistas de palacio, Krauze por ejemplo, para clarificarle su circunstancia actual y lo que está por venir. Pero para ahorrarnos las truculentas desviaciones que ofrece la historia oficial recordemos que los presidentes que no dan los resultados esperados por el gran capital terminan entregando el puesto a los colaboracionistas y opositores.
Es así como Zedillo entregó el país a un ranchero parlanchín (cuya misión fue la de implementar las cacareadas “Reformas Estructurales” que pretendían la privatización energética) y este a su vez lo entregó a su secretario de energía con el que sólo compartía militancia en un partido y ni una cosa más (cuya misión era la de eliminar los subsidios y terminar de implementar las “Reformas Estructurales” que Fox no pudo terminar). Eso no es un mito. Teniendo la base ejemplar de las últimas tres administraciones federales podemos vislumbrar que la consecuencia natural de este fenómeno, muy reciente además, es la de pasar la estafeta a un opositor del régimen actual y colaboracionista del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional; es así que el PRI ya se relame los bigotes y Peña Nieto se engomina desde ahora su copete ante la mirada cautelosa y paciente de Beltrones.
¿Dónde entra la izquierda (ciudadano o institucionalizada) en todo esto? Muchos no somos capaces aún de responder.
Y hablando de. Las últimas declaraciones de ilustres personas que se dicen de izquierda han agitado el gallinero en todos los espectros ideológicos. Como es sabido Ruth Zavaleta está más que apuntada a la gobernatura de Guerrero aunque ella lo niegue bajo eufemismos como “Ya no tengo partido que me apoye”, sin considerar que alguien, o algunos, ya tratan de de olisquear las piernas de ex presidenta de la legislatura y aprovechar sus cualidades colaboracionistas.
Sin embargo es preciso señalar una falla en todo el esquema de deslindes y nuevas lealtades de los transfugas. Muchos de ellos, en especial los que se hacen llamar del ala moderada, responden a intereses que se asemejan mucho a los que motivan a los miembros del PRI. Sinceramente, Zavaleta en el PAN se me hace una exageración, pero es plausible su ingreso, debido a que la actual estructura de ese partido se basa en el amiguismo y el rancio compadrazgo de cofraternos de causa. Zavaleta es sólo una señora ambiciosa que no tiene los modos que dentro del PAN estilan y en una de esas puede resultarles tan igual que el dichoso Juanitio.
Y ya que tratamos el tema del ambulante favorito de Iztalapapa, este amenaza con retomar las riendas del gobierno de la delegación el próximo domingo por que, según él, la gente aclama su presencia redentora. Hoy, en entrevista con Sarmiento, Juanito expresió que AMLO le traicionó, que él solito pudo ganar Iztapalapa, que él es el actor de ficheras que México, y los cines para adultos del Centro Histórico, estaba esperando (eso no lo dijo pero si el próximo estreno de su nueva película).
Asi que: ¿Y la izquierda?
fuente-sdpnoticias
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