lunes, 8 de marzo de 2010

Tenor de voz clara y palabras luminosas, Carlos Montemayor


Tu voz siempre perenne elude la muerte y se escucha como lluvia en el escampado de la vida, donde los poemas salen del corazón y el cincel que moldeó en piedra la escalera que nos permite subir y otear el horizonte que nos dejaste.

Carlos Montemayor te quedas con nosotros más allá del tiempo, cuando no existan las manecillas, ni las horas, ni los minutos, ni los segundos. Sólo el recuerdo vagando por el ignoto, de
eco en eco de lo que algunas vez
fue humano.

Esa voz de lluvia impregnará de vida, el correr de la nada, porque tu lo sabes, los poetas nunca mueren; están en la voz profunda de la palabra inmarcesible.

Y la escucho sin envejecer, en el pretil del pozo donde las voces indígenas, de los pueblos primeros, enjuagaban sus poemas con el agua de la luna.

Eres Carlos de un Monte Mayor, de esa voz de todos:
“Siempre me pareció muy oscuro, desde niño,/que alguien dijeses lo que no entendía,/o que alguien tratara de decir algo hermoso./ Cuando hablamos con nosotros mismos/las palabras no quieren ser oscuras,/Para todas las cosas hay palabras claras./

Aun para lo oscuro hay palabras luminosas./

Aun para nosotros, que somos oscuros./
Tenor de voz clara, luchador social, renacentista, -dice algunos-, traductor, historiador, pero sobre todo poeta: la quintaesencia de lo humano. Ese es Carlos Montemayor.

En su “Memoria” nos dice: “Estoy aquí, en la casa, a solas./ Aquí están los muebles, el aire, los ruidos./Tengo un sentimiento tan transparente/como el vidrio de una ventana./Es como la ventana en que miraba la nieve al amanecer,/hace muchos años, cuando era niño.,/y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida. Es un deseo en calma, como la tarde./Es estar como están todas las cosas./Tener mi sitio como todo lo que está en la casa./Perdurar el tiempo que sea, como las cosas./No ser más ni mejor que ellas./Sólo ser, en medio de la mi vida,/parte del silencio de todas las cosas”.

Otras palabras sumas los aires de la inmensidad del mar: “Una mirada clarísima se yergue innumerable cuando en la mujer empieza el mundo./Esparce un aroma de lluvia sobre la vida,/ un aroma de barro, de río,/ elevado el sonido primordial de las piedras./ Vuelve los ojos desde su altura, desde su carne,/ hasta el silencio en que todo cae y resurge./ Nada podemos olvidar, si la recobramos./ Nada podemos amar, cuando nos doblega./Nada la detiene, nada nos sacia”.

Carlos Montemayor es hoy el big bag que marcará el sendero que hubo en un tiempo lejano y perdido en la memoria una humanidad que le canto a la vida y a la eternidad de la noche.

Su “Guerra en el Paraíso”; “Tarahumaras: pueblo de estrellas y barrancas”: “La fuga” y“Armas del alba” fijaran el sendero para trabajar en la imaginación de un mundo mejor para todos, con poesía, canción y pan.

El escritor, poeta, narrador y ensayista nació en 1947 en Parral, Chihuahua. Murió en México el 28 de febrero
de 2010.

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