viernes, 5 de marzo de 2010

Cuba: ¿Un socialismo diferente?

La historia de la naturaleza es también y esencialmente una historia de diversidades. Cada especie diferente se inscribe en una familia y un orden de diferencias, que a su vez se acumulan dentro de una clase diferente. La especiación, según la ciencia, fue adaptación funcional y necesidad de supervivencia, que engendró a su vez una evolutiva capacidad de “perfección” adjetivada por la inteligencia y las ciencias humanas.

La naturaleza engrasando sus innumerables dispositivos y dimensiones se engrasaba, crecía y creaba a sí misma, en una epopeya hasta ahora única. No había acuerdos posibles, de antemano. Solo la espontaneidad ocurriendo, así como desconocidas leyes, tal vez locales o universales, y también en constante creación, convergían a para crear la inimaginable e imprevisible diversidad de un pequeño planeta.

La diversidad es consustancial e inmanente: no solo el pulgar sino cada pulgada de nosotros y cada milímetro de cada ser viviente tiene un cupo inmenso de similitudes y diferencias que se conjugan para hacerlo un individuo único.

El individuo, se podría expresar sin querer definir, viene siendo como la construcción histórica y biológica que le hace cimientos y ofrece estatura interminable a la biodiversidad.

Hoy día, algunos pensadores o divulgadores le dan cuerpo y extensión a la teoría algo montaraz del socialismo diferente para cada ocasión y país. Para mí, luego de pensarlo detenidamente, y sin privarme de la posibilidad de enmendar y rectificar, esta es una verdad sin dudas, incuestionable y cuasi automática, pero también irrevocable del socialismo y de cada sistema social que hemos sufrido o disfrutado los seres humanos desde la más remota antigüedad hasta la mañana de ayer.

Si alguna vez algún teórico postuló socialismos o cualquier otra cosa exactos, incluso gemelos idénticos, traicionaba consciente o inconscientemente la cualidad irremediable no solo del socialismo sino de cada individuo y proceso social o de vida. La riqueza inmensa que asiste a la naturaleza y a la historia, a la par en este caso, es esa contingencia abierta e inherente de aprovechar cada episodio o partícula para su mayor enriquecimiento múltiple.

Afiliarse con ganas a la teoría inútil de un socialismo diferente para cada experiencia histórica, es un tránsito pueril por las páginas de la historia de las culturas, sistemas y civilizaciones humanas. Gasto de papel en intentos filosóficos de demostrar lo que en verdad es y no lograría ser de otra manera: la exactitud no existe, es un sofisma, incluyendo los avatares políticos.

Los grandes filósofos y pensadores, historiadores y antropólogos, biólogos y naturalistas, geógrafos y viajeros, lo vieron a las primeras ojeadas. Y esas diferenciaciones inevitables es la conjunción no de los astros sino de las casualidades y causalidades, saltos cualitativos, adaptaciones, evoluciones, selecciones y mutaciones, etcétera, que se entretejen de forma continua para producir el gran indeterminismo que concluye en sucesos fehacientes y palpables, ya irreversibles, de los procesos sociales y orgánicos.

Acogerse al socialismo diferente, como escudo para desoír, para llenar páginas y o conmover multitudes, o para insistir en viejos y graves errores, es arrimarse a la realidad incorregible y al más antiquísimo dogma, con la creencia de que es antidogmatismo y antiescolastisismo. Como cogerse la puerta con un dedo. Como pelear con molinos y las mejores intenciones para que no giren.

CAPITALISMOS DIFERENTES

El capitalismo inglés es muy diferente hoy, y lo ha sido siempre, al capitalismo que evolucionó en Norteamérica, por ejemplo, hasta nuestros días.

Inglaterra, luego de cubrir su etapa esclavista, persiguió por los océanos, gracias a su gran flota naval de guerra, la trata de esclavos y se ensañó con otras metrópolis coloniales del mundo. Fue una vez más una guerra de naciones e imperios por la dominación de territorios y mercados. Su célebre flema desbordó pólvora por todos los poros y cañones. Pero no obstante tuvieron que marcharse un día hasta del pacifismo hindú de Gandhi y refugiarse en la libra de esterlina y el pasado esplendor.

En Estados Unidos, país de inmigrantes, la historia pasó por una guerra independentista contra Inglaterra y luego por una confrontación entre norte antiesclavista y sur esclavista, lucha fraticida que concluye con una Unión siempre precaria. Asesinan a Lincoln. Wihtman proclama su cosmicidad humana y newyorkina. A continuación, se dedica USA a las intervenciones e invasiones en América y el planeta para salvaguardar su calidad de Gran Potencia.

Es decir, dos historias muy distintas. Dos capitalismos: cada uno por su camino obligatoriamente propio, con sus infinitas peculiaridades. Mientras los EE.UU. reforzaron su poderío y crearon una de las formas de racismo más crueles de la historia, contra el indio y el negro, Inglaterra se eclipsó de a poco, perdió extensión en cada continente ajeno, fue arrojado de muchas partes, y terminó ya en el siglo XX bajo una suerte de tutelaje norteamericano.

La antigua metrópoli devino en crepúsculo bajo suave protectorado de un capitalismo más vigoroso, mientras al mismo tiempo regresó a sus fronteras europeas, para iniciar una larga y accidentada historia de alianza dentro de su propio continente. Su xenofobia es alguna medida un mal menor: el escudo de la prosperidad contra la indigencia inmigrante que amenaza desde África, Asia y la propia Europa.

El capitalismo que reinó en Cuba hasta 1959, fue el llamado subdesarrollo: mezcla de feudalismo, monocultivo, oligarquía mediocre, represión ideológica, mucha riqueza nacional e industrias en poder de capitalistas, preferentemente norteamericanos. España perdió aquí una flota naval para salvar un botín de antemano perdido, mientras en otro evento las tropas yanquis cerraban el paso a huestes mambisas que pugnaban por ingresar al escenario de los acontecimientos.

Cuba nunca tuvo submarinos ni acorazados ni portaviones y vivió su vida republicana al cobijo de una base naval, aquella Enmienda Platt, los procónsules y varias intervenciones militares. Los que en Cuba deseaban y desean disfrutar del capitalismo estilo desarrollo deben hacer maletas y embarcar, para descubrir que allá son latinos y que esa leyes y estancias que ahora rigen sus vidas no fueron elaboradas para ellos. Si las circunstancias los tocan con sus varitas mágicas, entonces disfrutan de una vida indiscutiblemente mejor, con menos subdesarrollo y más parientes lejanos que claman por su generosidad.

El capitalismo generó diversidad de capitalismos. Más de los que podríamos enumerar y recordar. Pero algo emparentaba y caracterizaba por encima del tropel incontenible de diferencias que surgían a cada paso: su sistema de producción y propiedad.

Unos dueños de mucho o casi todo, industrias, inmuebles, viviendas, tierras, recursos naturales: el señor capitalista u oligarca nacional o foráneo. Otros, dueños de su fuerza de trabajo sin más disyuntiva que vender esas capacidades, más o menos calificadas o especializadas, por un salario de mayor o menor cuantía. Dos grandes clases sociales que empujaban al capitalismo de ocasión y se repartían inequitativamente el resultado de la gestión. Uno empujaba hasta la fatiga y con los hombres y el otro con el dinero de sus cuentas bancarias

Un paisaje bien distinto, diferente, diverso, sin que nadie obligue. Porque no hay nada escrito. Y porque la historia y hasta la geografía, y hasta la biografía de cada individuo, es modelada constantemente en un barro totalmente igual y completamente diferente.

No resulta imprescindible recordar la historia de la humanidad, desde comunidad primitiva, esclavitud y feudalismo, para admirar sin poder abarcar, las incuestionables y lógicas diferencias no solo entre continentes y países, sino hasta de una aldea a otra. La diferencia, la variedad, la diversidad, la complejidad, es afortunadamente el signo ineludible y casi forzoso de cada proceso social. Y eso lo atestigua el cúmulo de la totalidad de historias y antropologías, etnologías y folclores, sociologías y culturas orales y escritas, así como filosofías, ideologías y cosmogonías cultas o agrestes, que en el mundo han sido.

Si acaso alguien imaginó alguna mañana que los socialismos podían ser iguales, rectangulares como fichas de domino, se debe recordar incluso que cada pieza es una combinación diferentes de huequitos, que el doble 3 ni el 5-7, ni cualquier otra ficha se repiten nunca. Tampoco el dominó socialista puede ser rectangular ni del mismo tamaño en cada caso, pues cuando se alinean y cae uno, indefectiblemente cae el resto. Como sucedió en la URSS y el campo socialista, así llamados por la Historia.

De cualquier forma, allí se distinguen con gran facilidad la diferencias, antes y luego del desplome: en nada se parece el caso alemán al albanés, el húngaro al polaco, el checo al rumano. El yugoslavo al búlgaro. Ni uniformando se logra uniformar.

El sistema de homologar cargos y sociedad, ideologías y conceptos, aplicaciones tácticas o supuesta concepciones estratégicas, sí es un error fatal y desemboca en el desplome consabido.

El socialismo futuro encontrará en el devenir más caminos de los que ninguna sociedad anterior encontró nunca.

Pero el arte de la adivinación y la magia están excluidos de esta singular aventura. Los dogmas ideológicos serán apartados como lombrices. La improvisación, la espontaneidad y el voluntarismo, el mesianismo, y la cacareada y falsa planificación, sin embargo, deben ser descartados. No hay opción más diversa y fiable que filtrar sistemáticamente las ideas mediante diálogos universales, debates amplios y públicos, crítica y autocrítica antidemagógicas y antimanipuladoras. Así como, en particular, la adopción consensuada sistemática y democrática de las decisiones.

La democracia verdadera será una invención del socialismo, porque hasta ahora no ha sido casi nada. Sino un concepto abstracto, clasista, mitificado y enrarecido por el mal uso.

¿Cuál es la diferencia sustancial, el salto de calidad del socialismo, luego de poner a un lado, en cada país una historia diferente y diversa, el andamiaje capitalista de dueño y obreros, capital y ganancias de una parte, y salario exudando plusvalías del otro? ¿Luego de recuperar recursos naturales, ya sean suelos fértiles, minas, bosques, petróleo, oro, agua, playas, sol, etcétera?

La propiedad social colectiva y cooperativista, nunca fue aplicada hasta ahora, sino de forma muy fragmentaria y con respecto a la agricultura, será el camino identificador y unitivo del socialismo y de los socialismos dispares.

Hasta ahora, en todo aquel pretendido campo socialista y la URSS, operó la propiedad monopólica y centralizada el Estado. ¿Cuántos socialismos fueron borrados de la faz de la tierra, cuántos países y pueblos sufrieron el trauma de una conversión inesperada, a causa de que el Estado se apoderó sin fin y sin límites de tiempo de la propiedad, que debió ser socializada y no estatalizada, y la burocracia comenzó a uniformar con papel carbón ese período de transición?

¿No es suficiente semejante precio? ¿Cuántas veces repetir los fracasos? ¿El sistema de prueba y error no se practica aquí?

El concepto de que cada ocasión y cada país es un socialismo diferente, diverso, es irrefutable y cierto. Y fuera de toda discusión. Y será una realidad incuestionable cada vez que ocurra. Pero no es la cualidad específica, sine qua non por la que esperan la humanidad y las utopías desde siempre.

Y algo más trascendente. Esa cualidad omnipresente de la realidad, que el socialismo hereda de la naturaleza y la Historia, no puede ser pretexto ni justificación para pretender solidificar ningún proceso social en un estanco endeble y falto de futuridad.

Ni el dinero, ni el mercado ni el consumo, son en realidad invenciones capitalista, sino del individuo y la sociedad humana, desde época muy pretéritas. El capitalismo, y no podría ser de otra manera, los eleva a un escalón superior y luego en su andar los deshumaniza y convierte en instrumentos de Poder y en ídolos que requieren adoración.

La propiedad estatal de los socialismos vigentes o históricos, la multitud de dueños reducidos a un solo dueño impersonal y ausente siempre, fosiliza además el sistema de salario por fuerza de trabajo, que si es una invención neta y genérica del capitalismo mundial.

La diversidad no excluye, no, de ningún modo, el socialismo socialista. Excluirá finalmente, con el olvido, a quienes interpreten mal o pésimo las teorías y las experiencias de algunas historias y sus trágicos resultados.

Félix Guerra

POEMAS DE LA SANGRE COTIDIANA.

fuente- kaos en la red

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