La guerra contra el narcotráfico, principal distintivo del régimen calderonista ha resultado en un rotundo fracaso, aunque el ocupante de Los Pinos y todo su gabinete se empeñen en afirmar lo contrario. En todo el país corren ríos de sangre que parecen no tener fin, pero principalmente es en el norte de la nación donde las masacres se han salido de control.
El lamentable ataque que sufrieron dos estudiantes de posgrado del Tecnológico de Monterrey, sumándose al asesinato a sangre fría del que fueron víctimas los jóvenes que se encontraban en una fiesta en Cd. Juárez, son solamente botones de muestra de los costos que ha dejado tras de si la guerra en que se ha sumido al país desde Los Pinos.
Los estados fronterizos del norte son hoy por hoy una zona de batallas y muertes, en la cual el crimen organizado ha tomado el control total de dicha región. Cada día que pasa por medio de la prensa podemos enterarnos de cómo el número de víctimas mortales va aumentando ante la ineptitud de las autoridades estatales y federales, pero sobre todo ante la impotencia y la rabia del pueblo mexicano.
En este contexto de masacres constantes, el gobierno de Estados Unidos de Norteamerica, encabezado actualmente por Barack Obama, ha encontrado el marco perfecto para justificar ante el pueblo mexicano la política intervencionista que siempre ha llevado a cabo, en algunas ocasiones guardando las apariencias y otras de forma más abierta.
La visita del gabinete de seguridad de Estados Unidos a nuestro país en días pasados, fue una muestra del control que tienen hoy por hoy los vecinos del norte sobre la vida política y social del país, como siempre Estados Unidos pone las reglas y México las acepta sin rechistar, haciendo de los mexicanos las principales víctimas de este juego macabro-en el que por cierto nunca nos preguntaron si queríamos ser participes.
Aunque el intervencionismo militar y político, ahora se ha extendido al ámbito social, por parte de los vecinos del norte ha sido una constante en las relaciones México-Estados Unidos, es en el año 2007 que se le da un carácter formal con la entrega de la soberanía nacional por medio del acuerdo supuestamente bilateral denominado Iniciativa Mérida, sin embargo, quien siempre ha puesto las reglas del juego ha sido sin lugar a dudas la Casa Blanca; el papel que siempre le ha tocado ocupar a Los Pinos ha sido el de un fiel y obediente servidor.
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