BUENOS AIRES.— “Será un golpe difícil de superar...”. Esa fue la frase con la que Manuel Marulanda, más conocido como Tirofijo, se refirió a la muerte de Raúl Reyes, en una carta enviada al secretariado de las FARC el 21 de marzo de 2008.
Eso fue cinco días antes de su deceso en la Selva del Yavi. En esa misiva, que las autoridades consideran hoy su testamento político, el hasta entonces guerrillero más viejo del mundo daba muestras su larga experiencia.
No se equivocó. Hasta la actualidad, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no parecen repuestas de aquel primer gran golpe del gobierno del presidente colombiano Álvaro Uribe, que abrió lo más parecido a “la serie negra” a lo largo de su historia insurgente.
Su testamento, imágenes de su sepelio por televisión (Telesur), homenajes en Caracas y en todas las capitales sudamericanas organizadas por el Partido Comunista, al que perteneció desde sus días de joven campesino, se sucedieron el jueves para celebrar el primer año de su muerte. Pedro Antonio Marín, tal su nombre legal, dejaba entonces a las FARC en su peor momento político y sin posibilidades de alcanzar un acuerdo humanitario o una negociación con el gobierno, como él mismo lo expresó tras la muerte de Reyes.
“Actualmente, en medio del triunfalismo, veo muy difícil cualquier acuerdo humanitario; antes debemos endurecer nuestra posición frente al gobierno”, dijo en esa misiva días antes de morir, a los 78 años. La ofensiva militar de las FARC de las últimas semanas, que terminó con nueve soldados muertos y 23 heridos en distintos puntos del país, podría ser una de las últimas órdenes acatadas a su jefe histórico.
Aun así, ayer la senadora Piedad Córdoba, al frente del grupo de Colombianos por la Paz, dijo que espera “una respuesta positiva de las FARC” para un intercambio de rehenes por guerrilleros detenidos. “El intercambio de cartas y las últimas liberaciones nos permite ver que hay un mejor clima. Veremos cómo avanzamos con el gobierno”, dijo la legisladora aquí, en Buenos Aires.
Las FARC, ahora bajo las órdenes de Alfonso Cano, destacaron el miércoles en un comunicado que “estamos unidos, cohesionados, actuando sobre lo ya elaborado, que es nuestra línea política militar, la vamos actualizando a la luz del marxismo-leninismo, de acuerdo a la realidad colombiana”, lo que contrasta con la cadena de deserciones y de militantes que se sometieron a las políticas de reinserción social impulsadas por el gobierno de Uribe.
A eso se suman algunas disputas internas, que algunos analistas y contactos de la guerrilla en Bogotá confirman y que muestra a la guerrilla aún sin poder terminar de asimilar su peor momento histórico.
Es esa coyuntura la que obligó a Cano a ordenar un “viraje estratégico encaminado a que su accionar produzca efectos políticos y concreto. Eso puede verse en los documentos recientes haciendo eco de causas sociales concretas más que de su esquema de secuestros y ofensivas militares, según un estudio del Centro de Estudios Geoestratégicos de la Universidad de Nueva Granada.
Álvaro Villaraga fue guerrillero en el Ejército Popular de liberación (EPL) y hoy es el director de la Fundación de Cultura Democrática, para quien Tirofijo es una figura paradigmática de la historia del último medio siglo en Colombia. “Por un lado, es símbolo de la rebeldía campesina y el descontento popular, pero también evidencia los atropellos y delitos cometidos por su grupo bajo la premisa de tomarse el poder”.
Para Villaraga, la constante ofensiva del gobierno y del Ejército sobre las FARC “las debilitó y eso es innegable”, pero al mismo tiempo “tienen su capacidad militar y logística en varias regiones del país. No es como la que ostentaban a fines de los 90, pero suficiente como para no hacer viable el proyecto de Uribe de acabarlas con el Ejército”.
“Las FARC perdieron mucho más en el terreno político e internacional con sus propios errores que por la propia crisis de su capacidad militar”, acotó.
Errores políticos y golpes, lo cierto es que aquellas palabras que Tirofijo pronunció en su “legado político”, aún resuenan con fuerza.
Eso fue cinco días antes de su deceso en la Selva del Yavi. En esa misiva, que las autoridades consideran hoy su testamento político, el hasta entonces guerrillero más viejo del mundo daba muestras su larga experiencia.
No se equivocó. Hasta la actualidad, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no parecen repuestas de aquel primer gran golpe del gobierno del presidente colombiano Álvaro Uribe, que abrió lo más parecido a “la serie negra” a lo largo de su historia insurgente.
Su testamento, imágenes de su sepelio por televisión (Telesur), homenajes en Caracas y en todas las capitales sudamericanas organizadas por el Partido Comunista, al que perteneció desde sus días de joven campesino, se sucedieron el jueves para celebrar el primer año de su muerte. Pedro Antonio Marín, tal su nombre legal, dejaba entonces a las FARC en su peor momento político y sin posibilidades de alcanzar un acuerdo humanitario o una negociación con el gobierno, como él mismo lo expresó tras la muerte de Reyes.
“Actualmente, en medio del triunfalismo, veo muy difícil cualquier acuerdo humanitario; antes debemos endurecer nuestra posición frente al gobierno”, dijo en esa misiva días antes de morir, a los 78 años. La ofensiva militar de las FARC de las últimas semanas, que terminó con nueve soldados muertos y 23 heridos en distintos puntos del país, podría ser una de las últimas órdenes acatadas a su jefe histórico.
Aun así, ayer la senadora Piedad Córdoba, al frente del grupo de Colombianos por la Paz, dijo que espera “una respuesta positiva de las FARC” para un intercambio de rehenes por guerrilleros detenidos. “El intercambio de cartas y las últimas liberaciones nos permite ver que hay un mejor clima. Veremos cómo avanzamos con el gobierno”, dijo la legisladora aquí, en Buenos Aires.
Las FARC, ahora bajo las órdenes de Alfonso Cano, destacaron el miércoles en un comunicado que “estamos unidos, cohesionados, actuando sobre lo ya elaborado, que es nuestra línea política militar, la vamos actualizando a la luz del marxismo-leninismo, de acuerdo a la realidad colombiana”, lo que contrasta con la cadena de deserciones y de militantes que se sometieron a las políticas de reinserción social impulsadas por el gobierno de Uribe.
A eso se suman algunas disputas internas, que algunos analistas y contactos de la guerrilla en Bogotá confirman y que muestra a la guerrilla aún sin poder terminar de asimilar su peor momento histórico.
Es esa coyuntura la que obligó a Cano a ordenar un “viraje estratégico encaminado a que su accionar produzca efectos políticos y concreto. Eso puede verse en los documentos recientes haciendo eco de causas sociales concretas más que de su esquema de secuestros y ofensivas militares, según un estudio del Centro de Estudios Geoestratégicos de la Universidad de Nueva Granada.
Álvaro Villaraga fue guerrillero en el Ejército Popular de liberación (EPL) y hoy es el director de la Fundación de Cultura Democrática, para quien Tirofijo es una figura paradigmática de la historia del último medio siglo en Colombia. “Por un lado, es símbolo de la rebeldía campesina y el descontento popular, pero también evidencia los atropellos y delitos cometidos por su grupo bajo la premisa de tomarse el poder”.
Para Villaraga, la constante ofensiva del gobierno y del Ejército sobre las FARC “las debilitó y eso es innegable”, pero al mismo tiempo “tienen su capacidad militar y logística en varias regiones del país. No es como la que ostentaban a fines de los 90, pero suficiente como para no hacer viable el proyecto de Uribe de acabarlas con el Ejército”.
“Las FARC perdieron mucho más en el terreno político e internacional con sus propios errores que por la propia crisis de su capacidad militar”, acotó.
Errores políticos y golpes, lo cierto es que aquellas palabras que Tirofijo pronunció en su “legado político”, aún resuenan con fuerza.
fuente- El Universal
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