sábado, 18 de diciembre de 2010

En memoria de los rebeldes mayas de Cisteil, Yucatán: Jacinto Canek y cientos de sublevados en 1761

El 14 de diciembre de 1761 fue ejecutado Jacinto Canek, juzgado sumariamente, torturado, desmembrado, quemado y esparcidas sus cenizas al viento en la plaza grande de Mérida, Yucatán, la capital colonial de la Capitanía General. El 16 de diciembre, dos días después, fueron ejecutados ocho dirigentes mayas más y otros 100 recibieron 200 azotes y el corte de la oreja derecha. Mataron en total a unos 600 mayas sublevados. El pueblo de Cisteil (cercano a Sotuta, en el centro del actual Yucatán) fue arrasado, quemado y cubierto de sal. Fue borrado del mapa. Jacinto Canek, nacido en el barrio de San Román de la ciudad de Campeche, contaba apenas con 31 años, había recorrido muchos pueblos de la geografía peninsular, fue educado en un convento franciscano en Mérida y tenía un temperamento decidido y rebelde; asumió el liderazgo de manera natural.

Así fue ahogada a sangre, fuego y lujo de crueldad la rebelión maya que había estallado apenas el 19 de noviembre de 1761. Rebelión que duraría menos de 1 mes. La brutalidad de la represión era del tamaño de la opresión racista que habían instaurado los peninsulares y criollos por toda la Nueva España y la Capitanía General de Yucatán, contra la cual se habían alzado en armas cientos de mayas rebeldes. La brutalidad racista, clasista y represiva de la conquista y la colonia quedaron expuestas en todo su esplendor. La rebelión de Cisteil es parte de un ciclo largo histórico de rebeliones y luchas.

La opresión, la explotación y la humillación continuaron igual. 60 años después, cuando se consuma la independencia política de España, las condiciones del pueblo maya se mantuvieron similares. 26 años adelante, en 1847, se daría otra rebelión, la llamada guerra de castas, la gran sublevación maya que incendió prácticamente toda la península, ahogada también a sangre y fuego, y sobre cuya derrota se impusieron las fincas henequeneras, que tanta explotación, humillación y sometimiento significaron para el pueblo maya, que sólo enriquecieron a unas decenas de hacendados peninsulares, ligados a grandes trasnacionales que impulsaban la agricultura mecanizada en EU, Canadá y Europa occidental.

México, Yucatán y el capitalismo que sufrimos hoy día, están bañados de sangre y de las más brutales represiones y crueldades.

A 249 años de la bárbara ejecución de Canek y los dirigentes rebeldes, alzamos la voz exigiendo JUSTICIA! Ni perdón, ni olvido...

fuente- kaos en la red

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