sábado, 9 de enero de 2010

Acto soberano: Cesar la misión militar de EE.UU. en Cuba


El nueve de enero de 1959, a pocas horas de la entrada triunfal del Ejército Rebelde en la capital cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro dio instrucciones a Camilo Cienfuegos, jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, de comunicar al jefe de la misión militar estadounidense que su función en Cuba había terminado.

Esa tarde Fidel fue interrogado por los periodistas sobre la medida adoptada, y la respuesta fue tajante: "(.) El gobierno de los Estados Unidos no tiene derecho a tener una misión militar aquí permanentemente, eso en primer lugar. O sea, que eso es una prerrogativa no del Departamento de Estado, si no del Gobierno Revolucionario de Cuba."

Aunque advertidos con antelación, la decisión soberana de los cubanos dejó atónitos a los norteamericanos y no se emitió ninguna declaración al respecto. Washington entonces sustituyó a su embajador en La Habana, Earl T. Smith, muy identificado y aliado del tirano Fulgencio Batista. Enviaron en su lugar a Phillip Bonsal.

El 13 de enero el Jefe de la Revolución amplió sobre el tema: "No hay derecho a que sigamos manteniendo a los que estuvieron enseñando a los soldados a matar cubanos (.) no queremos espías dentro de las fuerzas armadas de la República ni conspiradores."

Ya en agosto de 1958, en reunión en Caracas de representantes del Movimiento 26 de Julio con el coronel Lyman Kirkpatric, entonces miembro del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., y el diplomático Bill Patterson, se les había llamado la atención sobre el apoyo moral y material de esa misión a Batista.

También sobre su implicación en los bombardeos a la ciudad de Cienfuegos, los ataques contra la población de la Sierra Maestra, el cuantioso suministro de material de guerra y la condecoración al jefe del Estado Mayor del Ejército, Francisco Tabernilla, entre otras acciones insultantes.

Tampoco se podía olvidar la actitud asumida por los golpistas del 10 de marzo de 1952, cuando en las primeras horas de esa propia mañana el coronel Fred G. Hook, jefe de la misión Aérea en Cuba, se entrevistó en Columbia con Batista y este, visiblemente satisfecho, le expresó: "Dígale al embajador que yo estoy ciento por ciento de acuerdo con sus deseos. Todos los acuerdos se mantienen".

Ello significaba que el nuevo régimen ratificaba la presencia de Cuba en el sistema de pactos regionales auspiciados por Estados Unidos: la Junta Interamericana de Defensa y el Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR).

Solo en 1956, año del reinicio de la lucha armada en Cuba, el Programa de Asistencia Militar a la Isla se elevó a seis millones de dólares, cifra enorme para la época, que lo situaba en segundo lugar de América Latina. Eran hechos más que suficientes para concluir la misión yanqui en la Cuba revolucionaria.

fuente- Adelante cuba



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