Por Joel Michel Varona (Prensa Latina *)
La Habana, (PL) El Asalto al Cuartel Moncada, ocurrido el 26 de julio de 1953 en Cuba, puso en marcha el motor de la rebeldía nacional, que generó uno de los hechos históricos más importantes en América Latina: La Revolución Cubana.
Considerado un fracaso desde el punto de vista militar, fue sin embargo un pequeño motor que hizo andar uno mayor, demostrando que la vía armada era la única forma de obtener la verdadera independencia.
La gran gesta - que aconteció en la oriental provincia de Santiago de Cuba- no fue un hecho aislado.
Ese mismo día, otro grupo de hombres con una misión de apoyo atacaría el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en la localidad de Bayamo, a apenas 140 kilómetros al oeste de la llamada Ciudad Héroe, con la intención de armar al pueblo y promover un clima insurreccional.
De este modo comenzaba una nueva etapa de rebeldía en la nación antillana contra un régimen dictatorial sustentado por el gobierno de Estados Unidos.
Muchos historiadores consideraron la acción una locura desde el punto de vista militar, porque en Santiago de Cuba estaba basado el segundo regimiento militar más importante del país después del Campamento de Columbia, sede del Estado Mayor, ubicado en esta capital.
Para 1953, el dictador Fulgencio Batista, que había tomado el poder un aó antes mediante un golpe de estado inconstitucional, contaba en los cuerpos del Ejercito y Marina con dos mil 100 oficiales y 21 mil 100 sargentos y soldados, en total 23 mil 200 hombres, sin tener en cuenta unos 25 mil hombres más de la policía.
La correlación de fuerzas entre los asaltantes y las guarniciones del Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, era de uno contra 15 en hombres.
Los protagonistas eran jóvenes revolucionarios, en su mayoría de extracción humilde, obreros y empleados, caracterizados por el altruismo y el desinterés personal, que utilizaron diferentes vías para a recaudar fondos con los cuales adquirir las armas.
Previo al ataque al Moncada, en el mes de febrero, comenzaron los entrenamientos de tiro de las primeras células clandestinas organizadas en diferentes fincas de la provincia de La Habana y el Club de Cazadores del Cerro, además de comenzarse a gestionar uniformes del Ejército.
En junio fue arrendada la granjita Siboney, en las afueras de Santiago de Cuba, un viejo hospedero en Bayamo y dos casas en Santiago de Cuba, lugares que servirían de refugio de los asaltantes que para ese entonces tenían en su poder escopetas calibres 12 y 16, fusiles 22, pistolas, una carabina, una subametralladora y 10 mil proyectiles.
De los 153 combatientes elegidos, 107 fueron los protagonistas del asalto al Moncada y 15 participaron en la acción del Carlos Manuel de Céspedes.
La noche antes del ataque Fidel Castro distribuyó a los hombres en tres grupos.
Él iría al frente del primero, Raúl Castro del segundo, designado para tomar el Palacio de Justicia, y Abel Santamaría, el tercero, con 21 hombres y dos mujeres, que ocuparía el Hospital Saturnino Lora.
En la madrugada del 26 de julio -en pleno apogeo de los afamados carnavales santiagueros- los 153 asaltantes se dividieron en varios grupos tal como estaba planeado.
El mayor -de 107 integrantes vestidos con uniformes del Ejército - se dirigió al Moncada en varios autos, y contaban con el apoyo desde los edificios colindantes al cuartel, mientras los otros cumplían sus misiones en el Palacio de Justicia y el Hospital "Saturnino Lora".
Estas últimas agrupaciones tomaron sus objetivos desarmando a las escoltas y desde esas posiciones esperan al grupo principal liderado por Fidel Castro, que entraría por la Posta Número 1 del cuartel, y ya dentro de su perímetro, ocuparía sus edificios principales por sorpresa, y al ser cumplida esa misión se procedería a distribuir las armas entre la población.
Teniendo en cuenta la festividad el perímetro del Moncada fue reforzado con patrullas y el factor sorpresa falló cuando una de ellas consideró sospechoso el movimiento de autos, por lo que les dio el alto, exigiendo los documentos.
Esos militares fueron neutralizados al momento, pero el ruido del choque armado alertó a los guardias de la Posta Número 1 y comenzó el combate.
La guarnición se levantó en alarma de combate y enfrentó el ataque, pese a lo cual los asaltantes logran entrar y tomar algunos lugares del cuartel.
Pero las fuerzas eran demasiado desiguales, pues mientras los jóvenes portaban escopetas de reducido calibre, más de mil militares profesionales parapetados en las murallas de esa fortaleza disparaban con armamento de combate (M1, Garands y Springfields, así como ametralladoras Browning Cal.50).
Tras un duro enfrentamiento, los asaltantes ven que el plan falló, y se da la orden de retirada.
Según primeros partes castrenses, los militares notificaron en sus filas medio centenar de bajas entre muertos y heridos, y entre los asaltantes reportaron ocho muertos y varios heridos.
Horas después, el Ejército se sintió humillado y emprendió una verdadera cacería humana en Santiago de Cuba y en la ciudad de Bayamo y fueron capturados más de 50 asaltantes quienes debieron soportar crueles torturas hasta la muerte.
Luego sus cadáveres fueron colocados con fusiles al lado para que los medios dijeran que perdieron la vida en la acción, intentando con ello que el prestigio del Ejército de Bastita no cayera por completo al suelo. Detalles inesperados quebraron el plan táctico y abortaron la victoria, y aunque el asalto fue considerado un fracaso en el plano militar constituyo un éxito moral, al tiempo que marcó el camino que llevaría al Triunfo de la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro.
(*) El autor es periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina.
fuente- prensa latina.cu
La Habana, (PL) El Asalto al Cuartel Moncada, ocurrido el 26 de julio de 1953 en Cuba, puso en marcha el motor de la rebeldía nacional, que generó uno de los hechos históricos más importantes en América Latina: La Revolución Cubana.
Considerado un fracaso desde el punto de vista militar, fue sin embargo un pequeño motor que hizo andar uno mayor, demostrando que la vía armada era la única forma de obtener la verdadera independencia.
La gran gesta - que aconteció en la oriental provincia de Santiago de Cuba- no fue un hecho aislado.
Ese mismo día, otro grupo de hombres con una misión de apoyo atacaría el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en la localidad de Bayamo, a apenas 140 kilómetros al oeste de la llamada Ciudad Héroe, con la intención de armar al pueblo y promover un clima insurreccional.
De este modo comenzaba una nueva etapa de rebeldía en la nación antillana contra un régimen dictatorial sustentado por el gobierno de Estados Unidos.
Muchos historiadores consideraron la acción una locura desde el punto de vista militar, porque en Santiago de Cuba estaba basado el segundo regimiento militar más importante del país después del Campamento de Columbia, sede del Estado Mayor, ubicado en esta capital.
Para 1953, el dictador Fulgencio Batista, que había tomado el poder un aó antes mediante un golpe de estado inconstitucional, contaba en los cuerpos del Ejercito y Marina con dos mil 100 oficiales y 21 mil 100 sargentos y soldados, en total 23 mil 200 hombres, sin tener en cuenta unos 25 mil hombres más de la policía.
La correlación de fuerzas entre los asaltantes y las guarniciones del Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, era de uno contra 15 en hombres.
Los protagonistas eran jóvenes revolucionarios, en su mayoría de extracción humilde, obreros y empleados, caracterizados por el altruismo y el desinterés personal, que utilizaron diferentes vías para a recaudar fondos con los cuales adquirir las armas.
Previo al ataque al Moncada, en el mes de febrero, comenzaron los entrenamientos de tiro de las primeras células clandestinas organizadas en diferentes fincas de la provincia de La Habana y el Club de Cazadores del Cerro, además de comenzarse a gestionar uniformes del Ejército.
En junio fue arrendada la granjita Siboney, en las afueras de Santiago de Cuba, un viejo hospedero en Bayamo y dos casas en Santiago de Cuba, lugares que servirían de refugio de los asaltantes que para ese entonces tenían en su poder escopetas calibres 12 y 16, fusiles 22, pistolas, una carabina, una subametralladora y 10 mil proyectiles.
De los 153 combatientes elegidos, 107 fueron los protagonistas del asalto al Moncada y 15 participaron en la acción del Carlos Manuel de Céspedes.
La noche antes del ataque Fidel Castro distribuyó a los hombres en tres grupos.
Él iría al frente del primero, Raúl Castro del segundo, designado para tomar el Palacio de Justicia, y Abel Santamaría, el tercero, con 21 hombres y dos mujeres, que ocuparía el Hospital Saturnino Lora.
En la madrugada del 26 de julio -en pleno apogeo de los afamados carnavales santiagueros- los 153 asaltantes se dividieron en varios grupos tal como estaba planeado.
El mayor -de 107 integrantes vestidos con uniformes del Ejército - se dirigió al Moncada en varios autos, y contaban con el apoyo desde los edificios colindantes al cuartel, mientras los otros cumplían sus misiones en el Palacio de Justicia y el Hospital "Saturnino Lora".
Estas últimas agrupaciones tomaron sus objetivos desarmando a las escoltas y desde esas posiciones esperan al grupo principal liderado por Fidel Castro, que entraría por la Posta Número 1 del cuartel, y ya dentro de su perímetro, ocuparía sus edificios principales por sorpresa, y al ser cumplida esa misión se procedería a distribuir las armas entre la población.
Teniendo en cuenta la festividad el perímetro del Moncada fue reforzado con patrullas y el factor sorpresa falló cuando una de ellas consideró sospechoso el movimiento de autos, por lo que les dio el alto, exigiendo los documentos.
Esos militares fueron neutralizados al momento, pero el ruido del choque armado alertó a los guardias de la Posta Número 1 y comenzó el combate.
La guarnición se levantó en alarma de combate y enfrentó el ataque, pese a lo cual los asaltantes logran entrar y tomar algunos lugares del cuartel.
Pero las fuerzas eran demasiado desiguales, pues mientras los jóvenes portaban escopetas de reducido calibre, más de mil militares profesionales parapetados en las murallas de esa fortaleza disparaban con armamento de combate (M1, Garands y Springfields, así como ametralladoras Browning Cal.50).
Tras un duro enfrentamiento, los asaltantes ven que el plan falló, y se da la orden de retirada.
Según primeros partes castrenses, los militares notificaron en sus filas medio centenar de bajas entre muertos y heridos, y entre los asaltantes reportaron ocho muertos y varios heridos.
Horas después, el Ejército se sintió humillado y emprendió una verdadera cacería humana en Santiago de Cuba y en la ciudad de Bayamo y fueron capturados más de 50 asaltantes quienes debieron soportar crueles torturas hasta la muerte.
Luego sus cadáveres fueron colocados con fusiles al lado para que los medios dijeran que perdieron la vida en la acción, intentando con ello que el prestigio del Ejército de Bastita no cayera por completo al suelo. Detalles inesperados quebraron el plan táctico y abortaron la victoria, y aunque el asalto fue considerado un fracaso en el plano militar constituyo un éxito moral, al tiempo que marcó el camino que llevaría al Triunfo de la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro.
(*) El autor es periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina.
fuente- prensa latina.cu
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