jueves, 26 de julio de 2012

El alto costo de defender a los migrantes


Compartir la suerte de los migrantes implica exponerse igual que lo hacen hondureños, nicaragüenses, salvadoreños y guatemaltecos todos los días. Resulta trágico que a más de un año de la promulgación de la nueva Ley de Migración, no se haya instrumentalizado lo mínimo para defender la integridad de

Durante el mes de julio los defensores de los migrantes se han visto amenazados y ultrajados al igual que a quienes protegen y brindan ayuda humanitaria. En el contexto de una crisis de la situación migratoria, los agresores de los centroamericanos han exacerbado sus expresiones violentas. Mientras tanto, los migrantes han vivido una situación difícil a raíz de la caída de un puente en el sureste mexicano.
El 15 de junio se cayó un puente en Loma Bonita, Oaxaca, por donde pasa regularmente el tren de carga, en el que se transportan los migrantes; esto provocó por más de tres semanas que los centroamericanos no pudieran hacer la travesía de la manera acostumbrada. Así se fueron concentrando principalmente en los albergues de Arriaga, Tenosique e Ixtepec. La situación de mayor demanda de alojamiento rebasó a los albergues, que recurriendo a la solidaridad pudieron brindar sus servicios gratuitos a miles de migrantes.
Sin embargo, cuando se regularizó el flujo ferroviario, los migrantes se fueron concentrando en Tultitlán, estado de México, donde los vecinos han sido muy violentos contra los centroamericanos. Este lugar donde existe una malla galvanizada a los lados ha resultado muy peligroso en el ascenso del tren, pues ha provocado amputaciones y hasta la muerte de los migrantes, además el año pasado fueron asesinados tres de ellos sin que se consignara a los responsables. Por si fuera poco, el albergue fue cerrado por las presiones de los vecinos y en Huehuetoca, Estado de México, el sábado 21 de julio tres hombres dispararon a la casa que atiende migrantes. Por otro lado, las intimidaciones al sacerdote Alejandro Solalinde siguen, pues declaró que dos integrantes del cártel de Los Zetas le dijeron: “¿Crees que no te podemos matar? No te matamos porque si te matamos cierran el albergue y entonces ya los migrantes van andar por todos lados, los vamos andar buscando por todos lados. Preferimos que estén aquí”. Como él afirmó, “tiene un costo muy alto defender a los migrantes”.
Compartir la suerte de los migrantes implica exponerse igual que lo hacen hondureños, nicaragüenses, salvadoreños y guatemaltecos todos los días. Resulta trágico que a más de un año de la promulgación de la nueva Ley de Migración, no se haya instrumentalizado lo mínimo para defender la integridad de los migrantes. En este país, en donde todos los días aparecen fosas clandestinas, donde miles van a parar a fosas comunes sin que nadie los reconozca, es imprescindible recordarle al Estado sus obligaciones.
En la nueva legislación se reconoce a la sociedad civil por su trabajo voluntario y solidario, sin embargo en la realidad, los defensores de los derechos de los migrantes siguen tan expuestos al escarnio y a múltiples violencias. Los más de 50 albergues para migrantes que ofrecen un techo seguro y los encargados de estas casas hospitalarias que son la voz del dolor de los migrantes, se encuentran amenazados; es pues imprescindible que la sociedad se una a ellos para defenderlos y brindar cobijo ante el peligro que les significa el crimen organizado y algunos agentes del Estado.

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