El teólogo Julián Cruzalta Aguirre, asesor de la organización “Católicas por el derecho a decidir”, afirmó que, en su guerra contra el crimen organizado, el presidente Felipe Calderón ha mostrado ser “un hombre sin ética” al no reconoce los errores de sus decisiones que hasta ahora han provocado la muerte de miles de personas inocentes.
“Por ética, uno tiene que ser responsable de sus acciones, y lo primero es aceptar un error. En este caso, se actúa contra la ética, cuando es evidente que la estrategia es equivocada y tiene grandes costos humanos; cuando el pueblo está clamando un cambio y la persona se enterca. A eso se le llama soberbia”, dijo Cruzalta.
Y añadió que con este gobierno “hay un grave problema ético porque no escucha, no evalúa, no mira rostros ni nombres, sólo ve daños colaterales, por lo tanto hace caso omiso a la ética, es irresponsable”.
De visita en esta ciudad para ofrecer una charla a personal del sector salud sobre el trato a las víctimas de violencia intrafamiliar, el teólogo calificó como inhumano que la vida de una persona sea manejada como un daño colateral, pues estas muertes, dijo, “son crímenes de Estado, porque éste es el responsable de la situación”.
En entrevista, el fraile de la orden de los dominicos y fundador de varios grupos de derechos humanos en el país consideró que la violencia no se frena con más violencia, pues la salida de fondo, en el largo plazo, está en apostarle a la educación y al empleo.
“Si queremos frenar esta violencia del crimen organizado, hay que luchar por tener un mejor país, porque si no lo que estamos haciendo es desatar más violencia, como ya se ha visto”, puntualizó.
Según el teólogo, la violencia es consecuencia de gobiernos que no han sabido serlo. “La violencia tiene mucho rato entre nosotros a través de los salarios de hambre. Violencia es quitar presupuesto a la salud y a la educación para dárselo al Ejército, eso es violencia institucional. Y ahora aparece la violencia del crimen organizado y nos asusta mucho, porque la vemos físicamente, pero hay otra violencia subterránea que provoca esto”.
La violencia física, agregó, no se va a frenar sin una estrategia que vaya a fondo para recuperar el tejido social que ya se encuentra roto en el país.
“Es un asunto social, no solamente de balas, del Ejército o de los marinos, y parece que las autoridades no lo entienden o no tienen la capacidad de entender, y eso es más grave, porque necesitamos gente con estrategia lúcida e inteligente, que entienda cómo se mueven las sociedades”.
Y, como medidas de corto plazo, Julián Cruzalta se pronunció por retirar a las fuerzas armadas de las calles y atacar a los grupos del crimen organizado a través de acciones contra el lavado de dinero para cortarles los flujos financieros, además de discutir con seriedad el asunto de la legalización de algunas drogas.
Por otra parte, estimó que el movimiento ciudadano impulsor de la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, convocado por el poeta Javier Sicilia, constituye una insurrección cívica que no se había visto en el país desde el surgimiento del zapatismo, en 1994.
“Uno se preguntaba: ¿después del zapatismo qué sigue en México desde la sociedad civil? Creo que la respuesta ya se está dando, sigue esta insurrección cívica de la no violencia, porque es un movimiento que convoca desde la palabra, desde la poesía, es un movimiento de amor a la vida”, explicó.
A su juicio, la reacción generada a partir del asesinato de siete personas en Cuernavaca —entre ellas un hijo de Sicilia— es un movimiento espontáneo del hartazgo social, pero que, como toda expresión no organizada, no garantiza estrategias fuertes a largo plazo.
“Es un movimiento con múltiples aristas y cabezas, no tiene una forma definida porque viene de las bases, no está dirigido, y por lo tanto no tiene un programa hecho. Estos movimientos primero tienen mucha presencia y de repente pueden desaparecer, pero yo le veo mucho futuro, porque nos indica que esto ya no se va a detener; podrá desaparecer este movimiento, pero aparecerá otro con otras características. Lo que se está expresando es un malestar que viene desde la sociedad civil”, abundó.
Aunque se trata de una insurgencia nacional con un foco local en Cuernavaca, agregó, en las regiones de México el movimiento tendrá diferentes formas de expresión y “cada lugar deberá seguir sus propios procesos de lucha, pero si ha habido respuesta es porque el hartazgo es generalizado”.
De acuerdo con Julián Cruzalta, el hecho de que la inconformidad ante la violencia haya explotado en el estado de Morelos es muy significativo y viene de raíces muy hondas.
“Ya me extrañaba que la tierra de Emiliano Zapata estuviera tan calladita y tan aguantadora de esta situación”, concluyó.
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